El 8 de marzo de 1908 las trabajadoras textiles de la fábrica Cotton, ubicada en Nueva York, Estados Unidos, realizaron manifestaciones en reclamo de sus derechos laborales. Todas se habían declarado en huelga para exigir una reducción de la jornada laboral a su empleador. En ese momento, solicitaron bajar su carga horaria a 10 horas por día, pero, además recibir mejoras en sus condiciones de trabajo y conseguir el mismo salario que los hombres que realizaban sus mismas tareas.

La respuesta a ese reclamo y protesta fue su encierro dentro de la fábrica, a la que se incendió y las mujeres no pudieron escapar: 129 fallecieron por ese siniestro cruel e inhumano.
En la actualidad, estamos insertos en un mundo que tiene múltiples desafíos para alcanzar la justicia, porque –como enseña la historia- la paz es obra de la justicia.
La igualdad de género es uno de estos desafíos y en este contexto se le debe dar una mayor visualización para evitar postergaciones innecesarias e injustas y avanzar hacia una sociedad más inclusiva, de cooperación, de mayor responsabilidad ciudadana y con mayores posibilidades.
Como comunidad debemos –sin excepción- ser parte del ejercicio de los derechos de las mujeres en todos los ámbitos de su vida. El desarrollo sostenible también se construye desde esa premisa.
La igualdad de género sigue siendo un desafío mayúsculo en materia de Derechos Humanos y es una base indispensable si aspiramos a vivir con mayor calidad de vida democrática.
Como todos los años, cada 8 de marzo es muy singular por sus contextos históricos y presentes.
La cultura patriarcal es antidemocrática porque erosiona el ejercicio pleno de los derechos de las mujeres.
En Colonia Elía, donde tenemos las enseñanzas de nuestros mayores de protegernos unos a otros, tenemos una oportunidad que, como comunidad, debemos aprovechar. Nuestros abuelos nos enseñaron a sembrar el amor en la familia, en honrar la amistad y la buena vecindad, donde unos y otros construyen en confianza sus relaciones; y ese es un legado que debemos ejercer diariamente.
Por eso, ante la avanzada de menos derechos, ante la intención de intolerancia para que haya más sumisión, y especialmente ante tantos discursos de odio, es necesario asumir la cultura de la inclusión y la integración. Ser parte de una mejor convivencia, favoreciendo siempre el diálogo como base indispensable para la cultura del encuentro.
💜Que este 8 de marzo nos inspire una mejor conducta ciudadana, honrando la vida.
Click to Hide Advanced Floating Content